martes, 18 de agosto de 2009
Mapa político
Desde chica filosofaba internamente respecto a las cosas del mundo. Imaginando qué tan reales podrían ser algunas y si habría forma de corroborarlo en algún momento de mi vida.
Así, siempre silente, dado que era de aquellas niñas que no cuestionaban a viva voz, fui manteniendo pequeñas disertaciones conmigo misma: ¿qué tan reales serían los colores?, ¿no serían una ilusión óptica como una paleta impresionista?, ¿qué tan reales serían las distancias?, ¿existiría Papá Noel? (nunca lo vi, pero lo escuché), ¿qué tanto habría de cierto en los límites geográficos?, ¿los países y las provincias tendrían realmente la forma que muestran los mapas?, ¿habría que viajar en avión para ver los guioncitos (línea punteada) que los delimitan?, etc., etc., etc.
Así pasé parte de mi niñez. A medida que crecía me iba desasnando en algunas cuestiones y en otras desencantando. Comprendí también que los límites geográficos estaban dados por las fronteras en donde se encontraban los puestos de gendarmería, encargados de revisar los papeles y bolsos para que todo esté siempre en orden.
Ya adulta, en un largo viaje de ida esperando disfrutar mis vacaciones, me disponía a dormir un rato hasta la siguiente parada del micro.
Vano fue mi intento, puesto que un murmullo me lo impedía.
-¿Habrán puesto una película?- pensé.
Luego, un leve giro de cabeza me demostró que el murmullo provenía de algo más real que un film. Pasillo de por medio, una madre y su hijo mantenían una animada charla.
En un momento la mujer le dijo al pequeño que saque su tarea para hacerla en el viaje así, al llegar a destino, sólo le restaría disfrutar a pleno sus vacaciones.
Así, madre e hijo hicieron cuentas, oraciones, repasaron tablas y verbos. Ya iban a guardar los cuadernos cuando el niño recordó que faltaba un último deber: el de geografía.
Mapa político de la argentina nº 3 en mano, se dispuso a señalar las provincias y sus capitales. Buen rato estuvo coloreando y escribiendo cuando de pronto le dice a su madre:
-¿Hacia dónde estamos yendo ahora?
-A Misiones- responde la madre.
-Ah...¿Y es cierto que puede verse el límite entre una provincia y otra? Los guioncitos- especificó para que no queden dudas.
-No... eso es para que los chicos aprendan y no confundan todas las provincias.
El chico no dijo nada y guardó los cuadernos ya que no quedaban deberes por hacer. La madre se levantó de su asiento y tomó un café de la máquina.
Ambos (el niño y yo) nos dispusimos a mirar por la ventanilla. De pronto se divisa una represa, un dique.
El niño abre sus ojos a más no poder, rebosante de alegría y dice a su madre quien justo regresa al asiento:
-Por suerte te equivocaste. Acabo de ver realmente los límites del mapa político.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
4 comentarios:
Lu
Qué lindo relato; no cabe duda que los ojos de los niños "ven" mejor.
Y esa foto... qué hermosa debe ser tu tierra.
Saludos mexicanos
Preciosa historia, Lu. Sólo los niños tienen esa limpieza de ideas y de frases. Un ejemplo muy bueno para ilustrar la realidad y la teoría. Me ha encantado.
Gracias por visitarme, un beso transoceánico
Precioso excursus, de las meditaciones que a veces nos asaltan y en las que ponemos en duda tantas cosas que nos han enseñado....interesante...enhorabuena de azpeitia
Hola Lu ,yo tambien era de las que creia que la division politica estaba marcada en la tierra con guiones blancos.
Hay lugares , que si , estan marcadas con el relieve y vistas desde arriba vemos dibujado mapa...
Muy bueno tu relato.
Besos
Publicar un comentario