jueves, 21 de octubre de 2010
Entre postigos
Ella era particular: miraba hacia adentro de las ventanas. Amaba los postigos entreabiertos y las persianas poco plegadas. Decía descubrir cosas asombrosas. Cosas que los demás no veían por mirar hacia afuera de los postigos.
Aquella tarde de calor parecía un caldo. Todos pasaban sudorosos y apurados por evitar el sol de aquella acera. Sin embargo ella pasó y se detuvo ante un ventanal de riel americano. Algo la llamaba a mirar hacia adentro.
El gato sin sombra, los tulipanes, el ropero y un juego de sombras descansaban en perfecta armonía y parecían estar esperándola...
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8 comentarios:
Yo también soy de esas que miran por las ventanas que sus dueños deciden dejar con las cortinas o persianas abiertas.
Lo confieso....ahora que nadie me oye...
Jeanne
Yo no se si para ver estas cosas hay que llevar los ojos bien abiertos o guiñarlos mucho, mucho, pero en cualquier caso está bien mirar hacia dentro de vez en cuando, si allí encontramos algo de armonía, suponiendo qué haya un adentro diferente del afuera, que tal vez sea mucho suponer. Pero ojo, ese gato-zapato que tiene la sombra recogida está a punto de saltar. También en ese salto habrá armonía.
Me encantó mirar entre postigos, Lu. Un abrazo.
Que relato tan bueno, da color a la fotografía y calidez, casi sientes el agobio del día y la natural tranquilidad de la habitación
Abrazos
Comparto el comentario de Angel, las palabras y la imagen en plena armonía.
Besos.
Me gusta la calidez, esa penumbra listada que nos invita a recogernos, y la postura del gato estirándose plácidamente, más el arreglo floral con la sombra proyectada, todo ello llena de armonía a quien lo contempla.
Me gusta cuando camino por la ciudad en la noche mirar las luces en los edificios, no muy altos, en las que no hay cortinas, o estas están un poco abiertas y contemplar esa intimidad tan personal de cada ser humano, de cada alma que habita en la luz recogida de
ventana. Es todo un regalo para lo que yo entiendo como armonía. Cada uno sentirá la suya, a su manera.
También me gusta tu progreso :)
Me encanta la foto, pero me llama el gato...es que tengo una familia de tres, idéntica a ese que tienes. Es que sólo tenemos que asomarnos al postigo para ver que el mundo es un pañuelo.
Y en cada ventana una historia, un gato a punto de saltar y devorar con una sonrisa los tulipanes, relamerse satisfecho y dormir una siesta de flores.
Aun recuerdo algunas tardes de verano veladas por los postigos o las persianas de mi infancia: un refugio en la memoria para los tiempos duros.
Qué buena foto.
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