viernes, 29 de enero de 2010

Incertidumbre arcaica





¿Cuántas veces el hombre primitivo se habrá cuestionado, en penumbras, su existencia? ¿Cuántas veces habrá vacilado sobre salir al exterior de su caverna en busca de alimento sabiendo que quizás no regresaría?
¿Cuántas veces habrá permanecido en oscilante vigilia la mujer primitiva esperando el regreso de su hombre?

Hay incertidumbres que siguen vigentes pese al correr de las eras. Basta con remitirse a la edad media: las cruzadas, huestes y mercenarios.
La Ilíada y La Odisea narrando los acontecimientos ocurridos durante cincuenta y un días en el décimo y último año de la guerra de Troya. Conflictos y desventuras en las relaciones humanas fueron utilizadas como fundamentos de la pedagogía griega.
Leyendas legendarias como la de Penélope, tejiendo y destejiendo nos hacen reflexionar: ¿qué la fortalecería en su desdicha?
O los dilemas planteados por Shakespeare: Montesco o Capuleto (en Romeo y Julieta) y ser o no ser... (en Hamlet).

Cuestionamientos, vacilaciones, oscilancias e incertidumbres que atañaron y atañen al hombre.
Forman parte de nuestra naturaleza.