lunes, 7 de febrero de 2011

La subjetividad de las palabras


Las oimos y las pronunciamos como si nada. Las repetimos, las amamos, las maldecimos. Todas son un racimo de nosotros mismos... o un collar de perlas.

Dichas a veces al azar vuelan con el viento. Otras toman cuerpo para embriagarnos. Tienen peso o están vacías de contenido. Dichas en tiempo y forma pueden sonar bien y fuera de contexto son lo peor que puede ocurrir. Sin embargo son nuestro diástole y sístole cotidiano.

Pueden ser peligrosas empleadas cual espada de Damocles o daga de Shakespeare.

Las veneramos, las idolatramos y las descartamos en la vorágine. A veces quedan inconclusas para luego ser retomadas. Mezclar y dar de nuevo generando combustión y alquimia. Luego cenizas.

Las palabras: somos todo y nada acompañados de ellas siempre.


Libertad de hoja en el viento.
Vuelo frágil. Fácil de romper.
Olor a agua impregnado en el ambiente... y grises.

2 comentarios:

XuanRata dijo...

Esas gotas como pequeñas lentes revelando el detalle de una pluma que no podemos ver a simple vista: así deberían ser también las palabras.

Humberto Dib dijo...

Hola, te vi como seguidora del blog de un amigo y decidí visitarte, me pareció muy bueno tu espacio, así que voy a quedarme por aquí como seguidor.
Si tienes ganas, te invito a pasar por el mío.
Un saludo desde Argentina.
Humberto.

www.humbertodib.blogspot.com